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El director de UNED Ourense publica un libro sobre la purga de los maestros masones de A Coruña por los sublevados

26 de junio de 2020

Jesús Manuel García estudia la represión física y administrativa que sufrieron docentes y otros acusados de pertenecer a esas sociedades, obra que se presentará el día 1 de julio en el Liceo de Ourense, a las 20.00 horas 

OURENSE, 26 de junio de 2020.- El director del Centro Asociado a la UNED en Ourense y su Aula Universitaria de A Rúa, Jesús Manuel García Díaz, acaba de ver publicado un nuevo libro de historia contemporánea bajo el título Docentes y masones. Depuraciones y represión en el noroeste de Galicia tras el golpe franquista. Esta obra, editada por el sello Masónica, trata sobre la purga que el primer franquismo llevó a cabo con los maestros masones o acusados de ser hiramitas en la provincia coruñesa. Se trata de estudiar al reducido grupo de docentes de los que aparece constancia en la documentación que se conserva en los expedientes guardados en el Archivo General de la Administración (AGA) ubicado en Alcalá de Henares, Madrid. El libro se presentará el día 1 de julio en el Salón Noble del Liceo de Ourense, a las 20.00 horas.

“Este trabajo reflejado en el nuevo libro se centra en el estudio de media docena de  maestros que sufrieron purga física y administrativa por los sublevados. Es detener la mirada en un apéndice tratado de modo muy genérico en un trabajo anterior de mayor envergadura cual fue mi tesis doctoral sobre la depuración de todo el cuerpo docente de Primaria en esa provincia”, dice el autor de aquella investigación, por la que recibió el Premio Luis Tilve en 2018.

Este nuevo libro está prologado por el profesor doctor Alfonso Cid Sabucedo, de la Facultad de Ciencias da Educación de la Universidad de Vigo. El doctor García Díaz ofrece en la introducción de su trabajo un esbozo de la escuela republicana y el fuerte contraste, por opuesta, que ofrecía la escuela franquista. A continuación se centra en la masonería en la provincia de A Coruña, cuya capital representaba el símbolo de la República en Galicia “lo que hacía de ella un referente también en el resto de España porque tenía un ayuntamiento de gran prestigio liberal y progresista”, indica el director de UNED Ourense. Esta fue la principal provincia gallega en lo que a masonería se refiere, con talleres simbólicos en la propia ciudad herculina, en Santiago y en Ferrol. Aquella masonería gallega se distinguía por la firme defensa del laicismo, el republicanismo y el librepensamiento. La historia de A Coruña está muy vinculada a la masonería especulativa desde el siglo XVIII hasta el XX.

En este libro, el doctor García Díaz expone la represión llevada a cabo por los sublevados contra los maestros masones, que hay que englobarla en el contexto general de la purga de todos los maestros de escuela de la provincia y de toda España. Galicia pasó a ser una especie de gran campo de experimentación de un nuevo modelo político. La Guerra Civil fue para el franquismo su mito fundacional, de ahí su presencia “abrumadora y obsesiva a lo largo de casi todo este período”. El rápido triunfo del golpe de Estado en tierras gallegas confirma, en palabras de Martínez Pereda, la mitificación de la resistencia de los republicanos, una “desproporcionada valoración das potencialidades da perigosidade do inimigo”. La represión por los sublevados se extendería a toda la sociedad. Como el golpe del 18 de julio no tenía marcha atrás, impuso sustituir a los gobernadores civiles, siendo asesinados los cuatro de Galicia. 

Fue una represión extralegal, como señala C. Mir, debida también a intereses de “un sector de la España rebelde que, sobre todo en el mundo rural, predominante entonces, se mostró favorable tanto a la eliminación de adversarios políticos como a la resolución de viejas querellas que el contexto de la ocupación militar ayudó a saldar”. La represión es el aspecto fundamental de los extremos que caracterizan el régimen de Franco. Los objetivos iniciales apuntaban a la destrucción parcial de resistentes y opositores, forzados al exilio, encarcelados o asesinados.

Tras la contienda se produjo la distinción de los españoles entre afectos y desafectos, lo que perpetuó el “espíritu de guerra” durante decenios, en lo que se constituyó como régimen autoritario. Franco institucionalizó la venganza para los vencidos, el enemigo rojo que robaba, asesinaba, destruía la familia rompiendo las “bases cristianas de los tradicionales lazos paternales con los señores”. Tales enemigos no serían españoles auténticos para un Estado que, ante la necesidad de ganar la guerra y movilizar al pueblo, usó un poderoso aparato de propaganda y política informativa valiéndose de la censura.

Los profesionales del Magisterio nacional no quedaron ajenos a la represión física en esos primeros meses tras la sublevación, durante y después de la guerra. Su represalia tuvo varias fases con el asesinato, al inicio del Movimiento, de profesionales con responsabilidad política o sindical en la República, cabecillas o masones. Otros fueron encarcelados y un tercer nivel pasaría a ser depurado administrativamente. Esas implicaciones políticas de muchos educadores les llevaron a la cárcel, al destierro o a la muerte. Y con el fin de la guerra, su depuración alejaría a varios de las aulas.

El franquismo desmontó el edificio educativo republicano y purgó a los maestros  para que, como sucedió con otros profesionales, sirviera de escarmiento al resto de los españoles. Despreció la gran inversión en capital humano hasta entonces. En las primeras semanas de guerra hubo maestros ejecutados en distintas zonas de España. Sólo en A Coruña la documentación nos habla de al menos 22.

Jesús Manuel García resume en este libro la estructura del aparato depurador aplicado a los maestros de las escuelas primarias para luego detenerse en los docentes acusados de masones. La represión llevada a cabo de modo salvaje por los sublevados hizo hincapié en las logias masónicas dado que una de las leyes básicas sobre las que pivotaba dicha represión durante la posguerra incluía en su enunciado a la masonería, equiparándola al peligro comunista. Dicho peligro es un mito, como desvelan las investigaciones más recientes, pues no hubo tal conspiración, dado que, como señala Francisco Sánchez Pérez, hoy sabemos que los comunistas no querían la revolución social a la altura de 1936. Fernando Hernández Sánchez indica que el anticomunismo sirvió para legitimar la insurrección contra el gobierno legítimo, pues ya el norteamericano Herbert R. Southworth señalaba años atrás que de todos los argumentos empleados por los sublevados, el más enrevesado y absurdo era el del peligro comunista, en el sentido de que el Partido Comunista de España estaría confabulado con los socialistas y hasta con los anarquistas además de con los socialistas y comunistas extranjeros y los líderes de la Komintern tramando una rebelión armada para apoderarse del gobierno del país. Este tipo de propaganda de cargar las culpas al peligro comunista se dio igualmente en la España de Primo de Rivera y en la Alemania nazi.

Maestros acusados de hiramitas en A Coruña fueron Rafael Fernández Casas, Enrique Gippini Escoda, José María Pita Cendán, Pedro Minchón Minchón, Antonio Conde Asperot, Jesús Mejuto Vázquez, José Martínez Virel y Antonio Alcántara Santos. En la documentación aparece el nombre de una maestra, Genoveva Padín Guerra, de Santiago, a la que se le imputó defender la bondad de la masonería.

En definitiva, señala el director de UNED Ourense, este estudio, al igual que el anterior citado, demuestra una de las épocas más negras de la historia contemporánea de España, que no se debe olvidar sino tener muy presente para que nada de aquello llegue a producir en nuestra sociedad actual tan convulsa, la más mínima tentación de repetirlo. “Es una realidad que no se puede esconder, hechos ciertos, indubitados. Gracias a la investigación que se está haciendo desde los últimos 30 años, los historiadores más rigurosos demuestran la serie de mitos que el franquismo inoculó en la sociedad de su tiempo, consolidando argumentarios que, por desgracia, permanecen hoy con mensaje actualizado. Por eso que hay que conocer bien nuestra historia para no aceptar el primer mensaje interesado que nos quieran dar", señala García Díaz.

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