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La situación política en Argelia a través de las evoluciones del HIRAK, en la UNED

14 de mayo de 2025

¿Qué ocurrió en Argelia durante las primaveras árabes? ¿Por qué el país no se sumó al levantamiento ciudadano que sacudió Túnez o Libia? ¿Cómo surgió y evolucionó el Hirak, que en 2019 logró derribar al presidente Abdelasis Buteflika? ¿Cuál es la naturaleza del régimen político argelino y cuál ha sido la respuesta del poder ante la movilización popular? Estas son algunas de las preguntas a las que el doctor David Alvarado intentó dar respuesta en la sesión  del curso de extensión universitaria sobre “Geopolítica de las primaveras árabes norteafricanas” que imparte UNED Ourense y explora a través de una mirada rigurosa y multidisciplinar las dinámicas de contestación, resistencia y cambio político en el Magreb.

OURENSE, 14 de mayo de 2025. Argelia no fue ajena a las tensiones sociales que sacudieron el mundo árabe durante la Primavera Árabe de 2010-2011. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en países como Túnez o Libia, donde los levantamientos populares terminaron con décadas de gobiernos autoritarios, en Argelia las protestas no lograron cuajar en un movimiento estructurado y coherente capaz de desafiar seriamente al régimen establecido. El doctor David Alvarado expuso en UNED Ourense que durante los primeros meses de 2011, algunas ciudades argelinas fueron escenario de manifestaciones espontáneas motivadas por el aumento del coste de la vida, "especialmente en productos básicos como el pan y el azúcar. La juventud, golpeada por altos índices de desempleo, también expresó su descontento frente a la falta de oportunidades y, en general, una amplia percepción de corrupción generalizada. No obstante, estas movilizaciones carecieron de una dirección clara y no contaron con una organización política sólida detrás que pudiera canalizar sus demandas hacia cambios estructurales".

Una de las razones que explican esta relativa calma social tiene que ver con la memoria histórica colectiva del conflicto civil que azotó al país durante la década de 1990. Aquella “guerra civil larvada”, como la denominan algunos académicos, dejó tras de sí cientos de miles de muertos y un trauma profundo en la sociedad argelina. Así las cosas, el recuerdo de la “década negra” hizo que muchos ciudadanos prefirieran mantenerse cautelosos ante cualquier intento de cambio que pudiera derivar en violencia o inestabilidad.

El detonante del Hirak

"La chispa que encendió la mecha de la movilización ciudadana se produjo en enero de 2019, cuando se hizo público el anuncio de que Abdelasis Buteflika, presidente desde 1999 e incapacitado tras un grave ictus sufrido en 2013, pretendía presentarse a su quinto mandato consecutivo. Esta decisión fue recibida con indignación generalizada, comenzando las protestas a gestarse en redes sociales y luego en estadios de fútbol hasta que se extendieron por todo el territorio nacional", dijo Alvarado.

El 22 de febrero de ese año, millones de argelinos inundaron las calles del país para protestar contra la candidatura de Buteflika. "Lo novedoso del Hirak (movimiento, literalmente) fue su naturaleza pacífica, pluralidad e inexistencia de figuras reconocidas o partidos políticos como tal en su seno. Las consignas eran claras: ni islamista ni secular, silmia, silmia (pacifico, pacífico) o makanech el jamsaya Buteflika (no al quinto mandato de Buteflika). Mujeres, hombres, jóvenes, estudiantes, ancianos y hasta figuras históricas del país se sumaron a las marchas semanales, los viernes tras la oración musulmana", explicó el ponente.

Las proclamas del Hirak denunciaban la opacidad del sistema político, dominado por una élite militar heredada de la independencia y acusada de corrupción, clientelismo y represión. "Bajo el mandato de Bouteflika, este sistema se consolidó con un modelo rentista basado en los ingresos del petróleo, que benefició a redes de privilegios mientras grandes sectores de la población enfrentaban precariedad económica y exclusión social", indicó el ponente en este curso de UNED Ourense.

Evolución del Hirak: repertorio de acción, logros y declive

Desde su explosión inicial, el Hirak mostró una capacidad sin precedentes de movilización ciudadana. Durante meses, los viernes se convirtieron en símbolos de unidad y resistencia, con concentraciones multitudinarias en ciudades grandes y pequeñas. El movimiento logró algo impensable hasta entonces: romper el miedo histórico y hacer visible una oposición civil y masiva al poder establecido.

Señala David Alvarado que los logros más visibles del Hirak incluyeron "la renuncia de Buteflika en abril de 2019, un hito inédito en la historia política argelina, así como la anulación del intento de reelección presidencial. Además, se registraron importantes cambios simbólicos, como la dimisión de varios altos cargos gubernamentales y el inicio de procesos judiciales contra antiguos colaboradores del régimen".

No obstante, el movimiento no logró transformar profundamente el sistema político. Las reformas institucionales esperadas no se materializaron, y las elecciones presidenciales de diciembre de 2019, pese a ser vistas como un paso formal hacia el cambio, fueron percibidas por gran parte de la sociedad como una continuidad del statu quo bajo nuevas caras.

"Con el tiempo, la represión selectiva contra activistas, periodistas y líderes informales del Hirak se intensificó. Detenciones arbitrarias, juicios sumarios, bloqueos digitales y prohibiciones de manifestación se convirtieron en herramientas habituales del gobierno para contener la protesta. La falta de estructura organizativa del movimiento dificultó su respuesta sostenida ante estos ataques", manifestó el doctor Alvarado.

El declive de la movilización llegó con la pandemia de Covid-19. A pesar de que las protestas habían mantenido su fuerza durante los primeros meses de 2020, el Hirak tomó la decisión unilateral de suspender las marchas callejeras para evitar riesgos sanitarios. Este gesto reflejó no solo su conciencia social y sentido de responsabilidad colectiva, sino también su madurez política y su compromiso con la no violencia y el bien común.

Autoritarismo militar y represión del Hirak

Bajo la presidencia de Abdelmadjid Tebboune, elegido en diciembre de 2019, en unos comicios ampliamente cuestionados tanto por la oposición interna como por observadores internacionales, "el régimen argelino puede caracterizarse como un autoritarismo electoral o régimen híbrido. Se trata de una forma de gobierno que mantiene apariencias democráticas -elecciones periódicas, pluralidad partidista- pero donde el poder real sigue concentrado en manos de una élite militar y burocrática heredada del antiguo régimen. Las Fuerzas Armadas, aunque no ocupan directamente los cargos civiles más visibles, siguen teniendo una influencia determinante en las decisiones estratégicas del país". ALvarado añadió que este sistema se apoya en tres pilares fundamentales: "la cooptación, la represión y la división. Sin embargo, estos mecanismos tradicionales han perdido eficacia en ciertos aspectos debido a la crisis económica, la caída de las reservas petroleras y la creciente conciencia ciudadana surgida con el movimiento Hirak. La represión selectiva contra activistas, periodistas independientes y figuras destacadas del Hirak se ha intensificado desde 2020, incluyendo detenciones arbitrarias, juicios sumarios, restricciones a la libertad de expresión y el cierre de medios digitales independientes. Al mismo tiempo, el control mediático estatal persiste, con una regulación restrictiva del espacio digital y cortes periódicos de Internet durante momentos críticos".

¿Cuál es el balance de la contestación en Argelia?

El ponente señala que el movimiento ciudadano que emergió con fuerza en febrero de 2019, logrando la renuncia de Abdelaziz Buteflika y rompiendo décadas de apatía política, evolucionó significativamente. "Si bien las movilizaciones callejeras masivas disminuyeron drásticamente tras el estallido de la pandemia de COVID-19 y la intensificación de la represión gubernamental, el espíritu del Hirak, sigue presente en ciertos sectores de la sociedad civil argelina. En la actualidad (2025), el movimiento no tiene la misma visibilidad ni fuerza organizativa que en sus primeros meses, pero mantiene una resistencia simbólica y digital, especialmente entre jóvenes, intelectuales y activistas comprometidos con la causa democrática".

Las protestas semanales, mayoritariamente convocadas los viernes tras la oración musulmana, han dejado de ser multitudinarias, aunque persisten formas de contestación dispersas y menos visibles, como acciones simbólicas, campañas en redes sociales y manifestaciones locales reprimidas con dureza. A pesar de ello, el Hirak continúa representando una conciencia crítica del sistema, cuestionando su legitimidad y denunciando la continuidad de una élite militarizada que controla las riendas del Estado sin rendir cuentas al pueblo.

"Desde un punto de vista inmediato, el logro más visible del Hirak fue la renuncia de Buteflika y la anulación de su intento de presentarse a un quinto mandato. Pero más allá de este triunfo simbólico, la mayoría de las reivindicaciones estructurales siguen sin cumplirse: no se ha llevado a cabo una reforma constitucional significativa que limite el poder del ejecutivo ni garantice mayores libertades políticas. Las instituciones electorales siguen siendo percibidas como instrumentos al servicio del aparato gubernamental. Y, sobre todo, no se ha producido una transición democrática real, sino una renovación superficial del personal político", señala Alvarado.

Aunque el régimen muestra señales de estabilidad interna, con apoyo del ejército, control de las instituciones y relativo equilibrio económico gracias a los ingresos del gas, persisten tensiones subyacentes que podrían reactivar la protesta ciudadana en el futuro. Entre ellas, el ponente destaca el desempleo juvenil elevado, la precariedad social generalizada, el malestar en regiones históricamente marginadas y el legado del Hirak como semilla de una nueva conciencia política. Es probable que, mientras las condiciones económicas y sociales no mejoren significativamente, Argelia seguirá enfrentando tensiones entre el control autoritario y las demandas de cambio.

En síntesis, "el Hirak no logró transformar radicalmente el sistema político argelino, pero dejó una huella imborrable en la conciencia colectiva del país. Hoy, el régimen sigue siendo autoritario y controlado por una élite militarizada, aunque con nuevas caras. Mientras tanto, el movimiento ciudadano, aunque debilitado, representa una alternativa moral y cultural de largo plazo".

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